- Diga?
- Buenas, quería hablar con la mujer de mi vida
- Perdone, creo que se equivoca...
- No, no crea. Podría estar en cualquier parte.
- Tú lo que estás es chalado
- Que no, que no, ¿de verdad nunca has pensado que las cosas buenas ocurren cuando dejamos de desearlas, y que hallamos la felicidad en los rincones más insospechados?
- Bueno, sí, pero... ésto es una broma telefónica? Juan, sé que eres tú.
- No soy Juan, soy Job. Encantado. A lo que íba, ¿sabes si por ahí está la mujer de mi vida?
- Te voy a colgar
- ¿Porqué?
- Porque, porque... me estás poniendo nerviosa
- Caray, ni que fueses tú la mujer de mi vida.
- ¿Quién sabe? ¿No has dicho que la felicidad se encuentra donde menos lo esperas?
- Cierto. Hasta podría ser yo el hombre de tu vida.
- ¿Y tú crées que existe el hombre de mi vida? ¿o la mujer de la tuya? Un único ser perfecto para otra persona.
- Pues me gusta creer que sí, aunque sé que no, que solo hay personas adecuadas para momentos específicos.
- Que poco romántico.
- En absoluto, no hay nada más romántico que creer en algo que sabes que no es cierto.
- Cierto. Oye....
- Si?
- ¿Quieres que quedemos? Me gustaría saber si tu eres el hombre de mi vida
- ....
- ¿Estás?
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