martes, julio 25, 2006

Duque de Buckingham

Ya que recientemente un buen amigo de la capital me regaló Veinte años depués y el Vizconde de Braguelonne de Dumas, la segunda y la tercera parte de Los tres mosqueteros, me sentí en la obligación de releer la primera parte.

Me sorprendo a mi mismo admirando a todos sus personajes. A uno por su valor, al otro por su corazón, al tercero por su ingenio, y así uno a uno, desde el Cardenal Armand du Plessis, duque de Richelieu hasta El Señor de Treville, capitán de la guardia de los mosqueteros, pasando por D'Artagnan, Milady, Athos, la señora Bonacieux, Portos, Mosquetón, Rochefort y Aramis. Sin embargo, mi favorito es un personaje que aunque colateral, no está exento de ese encanto inglés atemporal. El Duque de Buckingham.

No aparece en ninguna escena de pelea, de hecho, no es más que el amante de la reina. No existe ningún motivo más para admirarle que un diálogo, el del Capítulo doce, en el que confiesa su amor a la reina. ¡Que belleza de texto! ¡Qué personaje! Tanta pasión metida en un cuerpo de papel, que hace que mi corazón se subleve y busque alguna Ana de Austria en cuyo palacio entrar de noche, a la busqueda de unos herretes de diamantes. Sí. George Villiers es el corazón y el amor en el arquetipo del caballero de la novela de capa y espada.

Junto a él, muchos otros, que todos conoceis y conocereis, claro. Edmundo Dantés, también conocido como el Conde de Montecristo, o a Felipe de Lagardère, junto a Felipe de Nevers, en la novela El Jorobado (Le bossu, en el original), Arsène Lupin, El fantasma de la Opera, El Corsario Negro, ...

Como decía aquel personaje de Perez-Reverte, "ya no quedan hombres como los que yo quería ser".

os dejo un pequeño trocito de el Capítulo 12 de Los tres mosqueteros:

-¡Qué locura! -murmuró Ana de Austria, que no tenía el valor de admitirle al duque haber conservado tan bien su retrato en su corazón-. ¡Qué locura alimentar una pasión inútil con semejantes recuerdos!

-¿Y con qué queréis entonces que yo viva? Yo no tengo más que recuerdos. Es mi felicidad, es mi tesoro, es mi esperanza. Cada vez que os veo, es un diamante más que guardo en el escriño de mi corazón. Este es el cuarto que vos dejáis caer y que yo recojo; porque en tres años, señora, no os he visto más que cuatro veces: esa primera de que acabo de hablaros, la segunda en casa de la señora de Chevreuse, la tercera en los jardines de Amiens.


-Duque -dijo la reina ruborizándose- no habléis de esa noche.

-¡Oh! Al contrario, hablemos, señora, hablemos de ella; es la noche feliz y resplandeciente de mi vida. ¿Os acordáis de la bella noche que hacía? ¡Cuán dulce y perfumado era el aire, cuán azul el cielo todo esmaltado de estrellas! ¡Ah! Aquella vez, señora, pude estar un instante a solas con vos; aquella vez vos estabais dispuesta a decirme todo: el aislamiento de vuestra vida, las penas de vuestro corazón. Vos estabais apoyada en mi brazo, mirad, en éste. Al inclinar mi cabeza a vuestro lado, yo sentía vuestros hermosos cabellos rozar mi rostro, y cada vez que me rozaban yo temblaba de la cabeza a los pies. ¡Oh, reina, reina! ¡Oh! No sabéis cuánta felicidad del cielo, cuánta alegría del paraíso hay encerradas en un momento semejante. Mirad, mis bienes, mi fortuna, mi gloria, ¡todos los días que me quedan por vivir a cambio de un momento semejante y de una noche parecida! Porque esa noche, señora, esa noche vos me amabais, os lo juro.

8 Comments:

Blogger Shh... said...

Madre mía, Job! Qué texto más bonito!!!!
Pero los recuerdos son armas de doble filo y a veces es conveniente quemarlos con ron en los tejados, no crees? ;)
Me ha encantado el trocito que has compartido!!! Me ha gustado tanto que esta semana seré buena y no te quitaré la toalla (sólo por esta vez ;)) jiji
Un besote niño... mil gracias por todo!!!

10:17 a. m.  
Blogger Princess Valium said...

No me he adentrado mucho en el mundo de la "literatura de capa y espada", pero son personajes que enamoran por sus valores, por su manera de hacer y de hablar (Edmundo Dantés me fascina).
Y qué bonita la declaración de Buckingham, qué sincera y apasionada. Todos deberíamos tener a alguien así que nos adorara, admirara y amara con todas sus fuerzas.
Un petó fresquet entre tanta calor

10:35 a. m.  
Blogger Zapatos de tacón said...

Muy bonito el texto...pero...a veces los recuerdos...matan.
Besos

9:53 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿Roquefort? ¿uno se llamaba Roquefort? Pues no se hable más, apunto este libro en mi lista de proximas lecturas.

2:16 p. m.  
Blogger Willow said...

¡¡Que chulo!!

El fantasma de la Ópera me encantó, lo vi en Madrid, el musical y me dejo clavada en el asiento, tanto la historia como la escenografía e interpretación que le acompañaban.

Aunque creo que si me encontrara a alguien en mi camino que me dijera este tipo de cosas le diría adulador y no le creería...triste realidad.

Besos!

2:25 p. m.  
Blogger el santo job said...

Najwa, gracias! esta mañana he encontrado mi toalla bien dobladita y perfumada en su sitio. Entenderas que recuerdos como las noches no se pueden quemar con ron. =P un besote, niña!

Princess, una lástima que no te hayas metido mucho en este tipo de temas. A mi me encantan. Y ya tengo edad para dedicarme a leer otra cosa, jejeje Espero que encuentres tu Buckingham, y tu seas su Ana de Austria. Un besín tmabién fresquete... (por dios, 32 grados ya...)

Zapatos de tacón. Me lo dices o me lo cuentas? Es cierto. Pero el bueno de Buckingham espero que sobreviva. Un besote.

Pluma roja, algo me dice que te gusta el queso. Pues te recomiendo mucho el libro. Por el queso, claro. =) Un besín.

Willow, el fantasma de la Opera mola mucho en el teatro, o eso dicen, pero el libro tampoco está nada mal. Al que te diga esa cantidad de cosas... ya le diré que se relaje un poquillo. Besos!

5:56 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Really amazing! Useful information. All the best.
»

8:23 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

es una de las obras mas interesantes y mas apasionadas todavia no lo acabo de leer pero en eso estoy

6:29 p. m.  

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