como un maldito conejo

las escaleras mecánicas se acabaron y dí el primer paso a la calle.

hasta aquel momento había estado pensando en todo y en nada. soñoliento, pero contento de que el frío llegue por fin hasta oriente, con bufanda multicolor que tenía ganas de salir del cajón. además en el discman uno de mis más recientes descubrimientos musicales y ese estado cuasi-letárgico al que me conducen me encanta. en fin, contento y cómodo que es el mejor estado del mundo.

pero el mundo real me ha golpeado en la cara, de un modo brillante y cruel. Al primer paso mis ojos han visto todas las guirnaldas y todas las luces y toda la parafernalia que a 5 de Diciembre alguien podría contarme qué demonios significa. se han adelantado al corte inglés y todo.

y me he quedado parado, pensando en esa navidad que lleva sin gustarme demasiado tiempo. en unas navidades contradictorias, de disgusto y de alegría, que ya han perdido su significado, de unas reuniones familiares, y de frios descubrimientos, navidades de lloros y de risas, de color y otras en blanco y negro. me he acordado de que estas navidades para mi serán diferentes, por según que ausencias, por ese frio que a veces se nos mete en el hueco entre los pulmones, el riñón y el corazón y nadie podría sacarlo

hasta que un chico me ha apartado de su camino, y me ha despertado del enmimismamiento

ahora entiendo a los conejos atropellados en las carreteras

(escuchando: The Postal Service y su Such Great Heights)