miércoles, marzo 08, 2006

Desiertos de Sal


No sé si es porque hora me estoy leyendo Tuareg, del Vazquez-Figueroa, o porqué demonios... pero me apetec contar aquello de las distintas modalidades de futuro. En un libro de Terry Pratchett, llamado "Dioses Menores" la Muerte lleva al malo malísimo al infierno. El infierno es un desierto enorme, que todos estamos destinados a caminar solos. Pero en ese desierto no hay nada. Está vacío, solo hay sol, arena y silencio. Y uno mismo, porque el camino hay que recorrerlo solo. El objetivo consiste en llegar al otro lado. Muy lejos. Durante el camino no te queda nada más que tu mismo, y tus recuerdos. Entonces durante un tiempo enorme e indefinido paseas solo, contigo mismo y tus recuerdos, una y otra vez, martirizándote poco a poco, pues hasta el hombre más malvado siente miedo de sus propios actos, y así durante esas enormes extensiones de terreno. Un horrible infierno.

Por otra parte... este desierto de sal (Chott el Jerid, Túnez) es una de las cosas más espectaculares que he visto jamás, con la tierra impregnada de salitre, y una llanura inmensa, como si un mar se hubiese secado (ajá) y al fondo unas montañas. Entonces uno piensa como tenía que ser aquello cuando el asfalto no atravesaba y le marcaba la cara al desierto, y tu única ayuda eran los camello y las cantimploras. Una vida dura, la del tuareg.

Hoy mira para otro lado, haciéndose la tímida, Mónica: