viernes, julio 28, 2006

Promesas que no valen nada

Becquer se preguntaba:
"Los suspiros son aire y van al aire
las lágrimas son agua y van al mar
el amor, cuando se acaba,
¿sabes tú a donde se va?"
y escuchando a los Piratas, me preguntaba yo qué pasa con las promesas. Esas promesas de amor a veces eterno, otras solo hasta la muerte. Promesas de ver amaneceres, de viajes, de niñas con ojo de arroz, de vidas compartidas, de nombres y más nombres, de tantas cosas...
¿Se diluyen como lágrimas en la lluvia? ¿Se evaporan al sol? ¿Se las lleva el viento, como palabras que son? ¿Mueren acaso las promesas que no se ven cumplidas? Si así es, el cementerio debe ser enorme, y tengo que comprar una pala. Y lo peor de todo, si sé que las promesas que no se cumplen, mueren, ¿tendré el valor de volverlas a pronunciar? No me veo capaz.
Sonando, obviamente: Promesas que no valen nada- Los Piratas

martes, julio 25, 2006

Duque de Buckingham

Ya que recientemente un buen amigo de la capital me regaló Veinte años depués y el Vizconde de Braguelonne de Dumas, la segunda y la tercera parte de Los tres mosqueteros, me sentí en la obligación de releer la primera parte.

Me sorprendo a mi mismo admirando a todos sus personajes. A uno por su valor, al otro por su corazón, al tercero por su ingenio, y así uno a uno, desde el Cardenal Armand du Plessis, duque de Richelieu hasta El Señor de Treville, capitán de la guardia de los mosqueteros, pasando por D'Artagnan, Milady, Athos, la señora Bonacieux, Portos, Mosquetón, Rochefort y Aramis. Sin embargo, mi favorito es un personaje que aunque colateral, no está exento de ese encanto inglés atemporal. El Duque de Buckingham.

No aparece en ninguna escena de pelea, de hecho, no es más que el amante de la reina. No existe ningún motivo más para admirarle que un diálogo, el del Capítulo doce, en el que confiesa su amor a la reina. ¡Que belleza de texto! ¡Qué personaje! Tanta pasión metida en un cuerpo de papel, que hace que mi corazón se subleve y busque alguna Ana de Austria en cuyo palacio entrar de noche, a la busqueda de unos herretes de diamantes. Sí. George Villiers es el corazón y el amor en el arquetipo del caballero de la novela de capa y espada.

Junto a él, muchos otros, que todos conoceis y conocereis, claro. Edmundo Dantés, también conocido como el Conde de Montecristo, o a Felipe de Lagardère, junto a Felipe de Nevers, en la novela El Jorobado (Le bossu, en el original), Arsène Lupin, El fantasma de la Opera, El Corsario Negro, ...

Como decía aquel personaje de Perez-Reverte, "ya no quedan hombres como los que yo quería ser".

os dejo un pequeño trocito de el Capítulo 12 de Los tres mosqueteros:

-¡Qué locura! -murmuró Ana de Austria, que no tenía el valor de admitirle al duque haber conservado tan bien su retrato en su corazón-. ¡Qué locura alimentar una pasión inútil con semejantes recuerdos!

-¿Y con qué queréis entonces que yo viva? Yo no tengo más que recuerdos. Es mi felicidad, es mi tesoro, es mi esperanza. Cada vez que os veo, es un diamante más que guardo en el escriño de mi corazón. Este es el cuarto que vos dejáis caer y que yo recojo; porque en tres años, señora, no os he visto más que cuatro veces: esa primera de que acabo de hablaros, la segunda en casa de la señora de Chevreuse, la tercera en los jardines de Amiens.


-Duque -dijo la reina ruborizándose- no habléis de esa noche.

-¡Oh! Al contrario, hablemos, señora, hablemos de ella; es la noche feliz y resplandeciente de mi vida. ¿Os acordáis de la bella noche que hacía? ¡Cuán dulce y perfumado era el aire, cuán azul el cielo todo esmaltado de estrellas! ¡Ah! Aquella vez, señora, pude estar un instante a solas con vos; aquella vez vos estabais dispuesta a decirme todo: el aislamiento de vuestra vida, las penas de vuestro corazón. Vos estabais apoyada en mi brazo, mirad, en éste. Al inclinar mi cabeza a vuestro lado, yo sentía vuestros hermosos cabellos rozar mi rostro, y cada vez que me rozaban yo temblaba de la cabeza a los pies. ¡Oh, reina, reina! ¡Oh! No sabéis cuánta felicidad del cielo, cuánta alegría del paraíso hay encerradas en un momento semejante. Mirad, mis bienes, mi fortuna, mi gloria, ¡todos los días que me quedan por vivir a cambio de un momento semejante y de una noche parecida! Porque esa noche, señora, esa noche vos me amabais, os lo juro.

martes, julio 18, 2006

pesadilla

Tumbado boca abajo, con la arena húmeda raspándome la barbilla, dejaba que mi espalda se calentara poco a poco. Pese a que la brisa se había detenido, no me sentía sofocado; me gustaba sentir mi pecho aplastándose contra la arena al compás de mi respiración, lenta y tranquila. Mi pelo se secaba con las miradas del sol, y este rubio se tornaba poco a poco un poco más cobrizo.

Con los ojos cerrados, oigo pasos en la arena que acuden hacia mi. Por un momento, solo oigo eso, los pasos. Las olas que lamían mis tobillos se han vuelto mudas, y parece que todo lo demás ha desaparecido. Se detienen a una escasa distancia. Noto el inconfundible crujir de la arena cuando alguien se arrodilla. Unas yemas húmedas recorren mis hombros en silencio. Ya ni siquiera quedan los pasos. Solo unos dedos que me acarician, dulces, inconfundibles.

Tiemblo. Me acabo de dar cuenta de que es una pesadilla.


"no he vuelto a pensar en ti hasta llegar a casa, y ya no he podido dormir como siempre me pasa", Un buen día, Los Planetas

viernes, julio 14, 2006

sonriendo

Sonreir es un gesto social. Realmente la gente hoy en día sonríe por acto reflejo. En el banco, en el quiosco, en el gimnasio, en el trabajo,... La sonrisa se ha convertido en un instrumento de adaptación scial. No se trata de una sonrisa cortés, sino de una sonrisa de cartón. la sonrisa cortés es aquella breve, en la que se te mira a los ojos y lleva consigo una pequeña seña o gesto corporal que nos lleva a entender el saludo. Por otra parte hay sonrisas falsas, que se adivinan llenas de desprecio y que, la verdad sea dicha, me repugnan.

Por eso, opino que hay que empezar a valorar las sonrisas de verdad. Sonrisas que derrochan alegría. Que intentan hacer partícipes a todos los presentes de una felicidad interior. Y que lo consiguen. Empezaré en breve mi campaña, "una sonrisa, otra sonrisa" en la que voy a intentar hacer partícipes a los demás de mi felicidad, y participar en la felicidad de ellos.

Sonríe, y alégrame el día.

(me encanta la rapidez de los centros informáticos)

lunes, julio 10, 2006

desaparezco...

... me diluyo, como la sal en el agua, sin violencia, sencillamente adaptándome o más bien teniendo que adaptarme... no me preocupa especialmente, dejo que sea así, que me lleve adonde me lleve. Sin dolor, sin rencores, solo una hoja en el viento, una gota en el océano. Sin compromisos, sin ataduras. Me voy libre con el viento. Golpearé en vuestros cristales a medianoche. Y lo sabreis como yo.



(por problemas técnicos del ordenador voy a estar una temporada ausente, intentaré leeros lo más a menudo posible. Para que no os preocupeis, aunque gracias por preocuparos, ya de adelanto)

viernes, julio 07, 2006

corazón de montaña rusa

A veces mi corazón sube, y otras baja. Se mueve. hacia los lados, se lanza en picado sobre el suelo de las calles, saltando desde mi tejado, o de un impulso a lo matrix se eleva hasta la estratosfera. otras corre, como un loco, diagonal abajo, hasta encontrarse con el mar, y otras, sencillamente se para, deja que todo se congele por un instante, para no perderlo nunca. mi corazón a veces se abrasa, del fuego que tiene dentro, se inflama y lo inflama todo; y otros días está duro del hielo que tiene dentro, tan frio que el tocarlo duele y respiras vaho en pleno mes de julio. últimamente creía que el hielo se deshacía, y quizás sea así. pero otras veces te encuentras con un pequeño iceberg, y por la tontería del pico del iceberg, te encuentras con todo lo demás.

Así que me voy a tomar el sol en mi tejado. Para que se deshiele, lentamente. Pero que se deshiele de una vez por todas. Como siempre, nos vemos en los tejados.

miércoles, julio 05, 2006

desayunos en familia

los domingos son días muy importantes. en primer lugar, es el día de descanso oficial. además de todos aquellos que uno se toma entre semana. pero lo más importante es que es el día que puedo desayunar con mi familia. el resto de la semana somos los perfectos inquilinos de pensiones, nos vamos pronto y llegamos tarde, comemos en turnos distintos y no montamos (demasiados) problemas.

el domingo puedes disfrutar de un desayuno en la mesa del comedor, y no de la cocina, donde se dan las raciones individuales. Esa mesa enorme que mi madre se empeña en rellenar de todos los bollos que ha comprado, fruta, yougores, los tetrabricks de leche y las botellas de zumo de naranja y de limón, amén de las tazas, vasos, cereales (los de chocolate y los dietéticos), el colacao, las lonchas de jamón de york, la mantequilla, las mermeladas,... en fin, un desayuno casi de hotel.

además puedes disfrutar de la visión de toda la familia recién levantada con cara de sueño y con los pelos "ad hoc" y haciendo las típicas barbaridades. Este domingo debió ser la madre de todos los domingos, porque hacía tiempo que no se cometían tantas: mi hermana con el colacao por encima de la mantequilla, mi madre neurótica con el tipo de leche que le habíamos puesto, si desnatada, semidesnatada, entera, caliente o fría, mi hermano poniéndose zumo en la leche, el santo job con la mitad del pijama empapado de zumo de naranja tras un estornudo involuntario al ver a mi padre con la cara manchada a partes iguales de mantequilla y mermelada, que casi parecía un indio cherokee...

en fin, un domingo cualquiera.

sábado, julio 01, 2006

tojob-san

Los ves tras la barra del restaurante japonés y casi lo hacen fácil. Apenas hablan, sonríen mucho y están a tentos a su trabajo. Te despistas y ya lo han hecho todo, y le dán un toque de calidad con la lonchita de Jengibre. Son artistas, eso lo sabe todo el mundo. Como las máquinas perfectas, lo condensan todo en un par de cortes bien dados, un movimiento liso, fino y uniforme. Con cuchillos que podrían recordar a los viejos wakizashi, parten el salmón, la sepia, el atún, todo. Mojan las algas y las rellenan de arroz con un solo movimiento de las manos, prestidigitadores del atun crudo. Y cuando encima de la tabla lo ponen todo, mientras que con la otra mano limpian el cuchillo en la toalla de la cintura, sonrien lo justo. Lo justo para darse cuenta de que quizás nosotros no lo acabamos de entender todo.

Yo lo intento, así: