miércoles, mayo 31, 2006

por un plato de lentejas.

Hay gente que se acerca llorando. Las lágrimas crean rios de plata que surcan los hoyuelos de donde antes dormían sonrisas. Hoy solo traen gemidos sordos. Imploran. No sé que imploran, pero se acercan tristes, como si hubieran perdido algo que valoraban. Perdido. Hasta nunca. Se ha ido.

Me llenan de angustia. De tristeza por dos razones. Ninguna en sí más importante que otra.
De una parte, que me han demostrado que toda su palabrería acerca de valores y de morales y de ética se ha ido al carajo. Gente que consideré íntegra, recta. Justo, al carajo, así se fueron.
De la otra, el saber que no soy diferente que ellos, y yo también, llegado el momento, puedo ser capaz de vender mi alma. Que los valores no son absolutos, que todo cae, tarde o temprano, pero cae, y yo no soy una excepción.

así que mi mensaje es simple: lo lamento, pero ya no está en mi mano

parece mentira, por un triste plato de lentejas....

domingo, mayo 28, 2006

bailame el agua

a veces me pides que no sea yo. que sea otra persona. que actúe como los demás. sé que hay una parte de tí que me lo pide. por cómo miras, por cómo suspiras, por cómo piensas. me pides que actúe como gente que no soy yo. que me deshaga de mí mismo y me entregue a un mundo ajeno. ajeno a todo lo que yo respeto. ajeno a lo que pienso. ajeno a mí.

sí. soy diferente. muy diferente. y tú lo sabes bien. yo no nado, yo vuelo. tampoco hablo, yo susurro. y, desde luego, no escribo, solo pienso en voz alta. qué me ofreces tú? qué me ofreces? me vas a curar, acaso? sanarás mi mente? y mi alma?, y, por encima de todo, mi corazón? me cerrarás los ojos?me callarás la boca? quemarás mi guitarra y cortarás mis manos?

no voy a ser como tú. ni como cualquier otro. voy a ser algo distinto. algo que no entiendas. algo sencillísimo y complicado a la vez. me reconocerás por no ser igual a nada que hayas conocido, pero, del mismo modo, te recordaré tanto a tantas cosas, que te sonaré extrañamente familiar, como el latido del corazón de tu madre.

ni tú ni nadie me lo va a impedir. Ser.

miércoles, mayo 24, 2006

Taxi!!

Los viajes pueden ser experiencias muy importantes.

Una vez, en El Cairo, tuve el trayecto más divertido de mi existencia a bordo de un taxi donde el conductor, pese a no entender el castellano ni el inglés, mantuvo una animada conversación en un chapurreo francés durante unos 20 minutos hasta que llegamos a destino, atravesando el barrio maldito de El cairo hasta llegar a la zona bien, por esos callejones y calles atestadas de gente y de horrendos conductores. Al pagar nos dimos cuenta de que el conductor solo tenía una pierna y con un bastón cambiaba las marchas.

Años más tarde, en Sousse, tras 10 minutos de regateo nos introducimos 6 personas (2 delante y cuatro atrás) en un taxi completamente desvencijado, en el que acabamos perdiendo un retrovisor lateral, viendo como el coche tenía el velocímetro totalmente estropeado, bueno, un despropósito... Pero, sin lugar a dudas un viaje que nos llevó a destino en el tiempo planeado y habiendo hecho un amigo de esos que se recuerdan por mucho tiempo.

Y, como colofón, desde Sahr a N'Djamena hice un recorrido en un pick-up con la parte de atrás descapotada de dos días atravesando barreras de control, lluvias, militares desagradables, un sol de justicia a ratos. Al final del camino chocamos con una vaca que se interpuso en la carretera, mientras el pastor nos amenazaba con una escopeta.

Los mejores viajes de mi vida nunca han salido como esperaba. Todos han tenido inconvenientes. Problemas. malos momentos, lloros, decepciones, oscuridades. Pero al final hemos llegado a destino. Sanos y salvos dentro de lo que cabe. Y han sido los mejores viajes de esta vida.


martes, mayo 23, 2006

Suave es la noche

Los Suaves cantaban, hace ya un tiempo algo así, que suave es la noche. Hay noches que sí son así. Noches suaves, dulces, que te acarician, y de las que recordarás su roce el resto de tu existencia. Noches mágicas, en las que parece que todo ha cobrado sentido, por fin. Noches que deseas que no acaben, que, por un segundo, se hagan eternas. Sí, como esa noche en que tú piensas. U otra cualquiera. Ese tipo de noches.

Pero los Platero y Tú también saben que hay noches que no son dulces. Noches ásperas. En las que estás tentado de ahorcarte con la funda de la almohada. Exacto. Esa clase de noches. Noches duras y difíciles. En las que la oscuridad te ahoga y te sofoca, o quizás te congela en una esquina de tu cama. En las que en la sombra ves a tus pesadillas, pacientes, esperando. Sí, a ellos les dan miedo las noches. Noches de esas, horribles, llenas de abortos de la imaginación extraña y en la que los miedos toman forma.

Últimamente he tenido de los dos tipos de noches. Noches difíciles, en las que por un momento el corazón y todo el aparato digestivo se condensan en el espacio que ocuparía un garbanzo. Y otras en las que al tumbarte en la cama recuerdas olores y sensaciones y todo, por un momento, es perfecto, sin una nota de más.

Así que voy a emborracharme con el Talisker, y a tocar mi blues.
Una noche más.

escuchando: Ray Charles- Hard Times

viernes, mayo 19, 2006

a tí

a tí, oh mortal, Que sigues mirando la luna, a ver si te guiña un ojo. Que los vientos transportan tu alma y vuelas a lomos de albatros gigantes hacia islas remotas. Que peleas cada noche, unas con florete, otras con katana y las más con tu ingenio frente a enemigos de tu propia imaginación, malvados y repletos de secuaces. Que a bordo del Peqod creiste ver al demonio blanco pasar a tu lado y no le dijiste nada al loco Ahab. Que compartiste juramento y estocada secreta con Nevers, en aquellos oscuros cantilados. Que viste a los nazis desde aquella pequeña rendija pasar frente a tu calabozo. Que comprobaste, lleno de felicidad y contento que el abate farias no mentía. Que te estremeciste al ver la flor de lis en las caderas de milady. Que suspiraste aliviado al clavarle el arpón al pulpo gigante. A tí. ¿Cuando dejarás de soñar?

Nunca.

miércoles, mayo 17, 2006

persígueme

intenta alcanzarme ahora. Me has tenido agarrado por los menudillos mucho tiempo, pero esto se ha acabado. He sacado fuerzas y cuando tú no mirabas, he salido corriendo hacia adelante. Te has quedado atónito, viendo el polvo que levantaban mis pies descalzos sobre la tierra. Por un momento te has quedado pensando: pero si le tenía aprisionado, si había conseguido paralizarle, si... vamos, si era mío! Te equivocaste. Me dejaste respirar. Cometiste el error de darme un segundo para coger fuerzas, de donde ni yo sabía que existían. Ví un resquicio de luz y eché a correr. Ahora tendrás que esforzarte si quieres volver a cogerme. Seguro que algun día lo vuelves a conseguir, seguro. Que te acercarás tanto a mi que sentiré tu aliento en la nuca y se me erizarán los pelillos del cogote. Pero también ten por seguro que volveré a pelear. Así que ahí te quedas, miedo.

viernes, mayo 12, 2006

de vuelta y vuelta

Hoy me he levantado girado del todo. Nada de media vuelta. Lo que había arriba se ha puesto abajo, y lo que habia abajo se ha mezclado con lo que bajaba por el camino, así que anda por ahí, diseminado. En la caide crucé coches con sueños, y me salieron pegasos que proponían viajes maravillosos, pero al subir, de cara había un silencio enorme, en el que he caido, pero suerte que aquello parecía una piñata golpeada, porque, de repente, sin cita previa, claro, todo ha dado media vuelta y se ha vuelto a agitar. Entonces aparecen cosas de la cabeza en el corazón ¿cómo han llegado? Maldita sea. Solo sé que tengo que encontrar el norte. El norte... iluso. Si ya no sabes qué es nada ni qué es qué. Porras. Entonces se me aperec la cabeza de descartes, mientras caigo desde un rascacielos y pregunta que qué es si hombre o mariposa. Entonces la respuesta es simple. Solo eres. No hay más. O si lo hay, está más allá de nosotros y nada puedes hacer. Así que a mitad de la caida veo mi cuerpo despanzurrarse contra las caldosas de marmol para volver a caer hacia arriba. a punto de chocar con la piscina. Pero yo estoy quieto. Quieto. Yo. Y estoy quieto, en equilibrio sobre la punta de mis dedos.

martes, mayo 09, 2006

Esta noche, un cuento.

Se llamaba Han Nung Seng, y era Emperador.

Hacía 20 años que sus pies no tocaban otro suelo que el de su jardín zen, o que sus manos tenían que tocar algo que no fuese su espada, sus mujeres o su sello imperial. Sus mujeres le acercaban los más exquisitos manjares a la boca. Sus escribas daban forma a todos sus pensamientos. Sus criados portaban su trono con él encima por todo el palacio. Todo su gobierno se plegaba ante el uso de su sello.

Una noche como la de hoy, en la que la luna estaba llena y del color de la sangre, paseaba por su jardín zen de arena y rocas en solitario. Sus pasos deshacían los dibujos que monjes y viento trazaban todas las mañanas en la arena. Sus ojos se perdían en las estrellas. Tantas como granos de arena, pensó. Ese pensamiento llevo su mirada al suelo. Y con su mano derecha cogió un puñado de arena. La arena se escapaba de sus dedos como siempre hace. Y el emperador quedó pensativo.

Al día siguiente mandó construir una gran presa en el interior del país para encerrar todo el agua del principal rio del reino.Mandó erigir una gran muralla en el este para detener el viento. Hizo exclusas en el mar para alejarlo de la costa. Empezó a retirar la nieve de las cimas de las montañas. Y pidió planos para construir una torre tan alta que le permitiese tocar las estrellas.

Diez años pasaron.

Todo el país había sido cambiado. Si mirabas desde lejos el principal rio del país estaba apresado, el viento del este no circulaba ya más, el mar no besaba las costas del imperio, no quedaba nieve en las montañas. Y una torre se dirigía sin fin hacía el cielo. El emperador hizo llevar su trono por todo el imperio para mirar de cerca las obras. Vio como el agua del rio se convertía por las noches en fria bruma y escapaba a su encierro, vio como el viento se comía cada día un poco de la muralla y ya la atravesaba por algunas grietas, probó el sabor salado del agua del mar que salía al exterior al cavar en las playas y que venía del otro lado de las exclusas. Aunque se retiraba toda la nieve de las montañas, ésta volvía a caer. Y la torre no acababa de llegar a las estrellas aunque se perdía en el cielo y los ojos de un hombre no atistaban ya su fin.

Han Nun Seng renunció a su trono y lo puso en manos de su hijo mayor.Durante muchos años vago solo, como un mendigo, por su imperio.
Bebió las aguas de los rios.
Lavó su rostro curtido por el viento del este con la nieve de las montañas.
Se baño en el mar y navegó por él.
Caminó tanto y tan lejos que al final tuvo que hacerse unos zapatos con suelas de piedra pues rompía todos los demás.

Un otoño, mucho tiempo después, en una noche de luna llena que brillaba con los tonos del cinabrio, volvió a su antiguo palacio. Deshizo con sus zapatos de piedra los dibujos del jardín zen de arena y rocas, y se quedó parado en medio de éste mirando al cielo.

Sonrió.
Estiró su brazo.
Y cogió una estrella.


PS: este cuento se lo contaría a los que a veces no consiguen conciliar el sueño. A los que tienen frío por la noches y también por la mañana. A los que se sienten, en suma, como pequeñas colillas. Un abrazo a tod@s.

lunes, mayo 08, 2006

habitaciones incompatibles.

la tuya estaba decorada con las cabezas de las víctimas, como los jíbaros, y apenas tenía tres libros de poesía. Alucinabas con mi estantería tan caótica, en la que los libros se peleaban por las primeras filas; como yo, nunca creiste que me los hubiera leido todos, mi insomnio no te servía como excusa. la otra manía, la música tampoco te convencía demasiado. aquellos cedes que pasaban de mano un día se volvieron inutiles, la verdad es que a mi tampoco me convencía Paco Bello. Pero lo que más me deja patidifuso, desde la perspectiva que da el tiempo, es no haberme dado cuenta de los silencios de tu pared, silencios amarillos ocre, indiferentes, llenos de esperanzas que la pobre jamás vio cumplidos, un simple corcho y un calendario. La mía estaba llena de mi corazón, cortado y enganchado a pedacitos. catedrales marítimas, playas, dibujos, máscaras, botellas, los posavasos, tiquets, bufandas, puentes helados, un angel guitarrista, actrices, poetas, murciélagos, ... que nunca me preguntaste ni cuando, ni donde, ni porqué. una lástima. si hubieses entendido aquel caos, al final, debajo del montón de calcetines de la esquina de la cama, me hubieses encontrado a mí, durmiendo.

así que voy a quitar las cortinas, para que la luz llegue hasta el fondo del armario, y mañana pueda ver las motas de polvo brillando desde mi cama.

jueves, mayo 04, 2006

mis canciones

aquellas que escribía por las mañanas, cuando la noche se había ido, que hablaban de monstruos que me esperaban en el armario, y que alguien los echaba. Que hablaban de domingos convertidos en festivos, que hablaban de mi corazón, que se fue oxidando, al final las olvidé todas. no salían los acordes, y mi cabeza tan buena para otras cosas, no las recordó, o quizás las había arrinconado, como trasto viejo de un desván, lleno de polvos de rosa. debió ser eso, porque por primera vez en mucho tiempo, me quedé en blanco, en blanco hueso, sin carne, solo el hueso. una lástima. así que no te sorprendas mañana, si ninguna canción habla de tí.
(flashback)
X = y escribes canciones?
Job = a veces.
X = tuyas?
Job= mías y de quien las quiera.
X = me cantas una?
Job= aún no he bebido lo suficiente
(fin del flashback)
por cierto, los monstruos siguen ahí. me encanta ser capaz de hacer amigos en el infierno.

martes, mayo 02, 2006

versos en la noche.

luna. crecías en el cielo pero no en mi corazón. y murmuro a Pablo: podría escribir los versos más tristes esta noche, y de pronto oí a alguien que murmuraba, un poco más allá, que en las noches como esa la tuvo entre sus brazos. Busqué en la oscuridad, pero nadie estaba allá. No había luces encendidas y solo mi ventana estaba abierta. La noche dejó de ser silencio. Se convirtió, por un momento, en un pequeño teatro al que un desconocido y yo habíamos subido a recitar nuestro corazón. Como el mar, guardaba la luna los suspiros de corazones rotos. La magia duró el tiempo que nos acompañó el silencio. La verguenza o el momento hicieron que nada nos llevase más allá.

desconocido: Gracias.